SEVERO DÍAZ GALINDO
(1876–1956)
Hijo de Severo Díaz Larios, y de Dionisia Galindo: una familia perteneciente a la estirpe de los fundadores de Sayula (Jalisco) y dedicada a la fabricación de rebozos.
Nació el 8 de Noviembre de 1876 en Sayula, siendo el primogénito de nueve hijos. Su inteligencia extraordinaria se manifestó desde la niñez. Recibió la instrucción primaria y secundaria en la Escuela Municipal de Sayula, a cargo del distinguido Profesor Sabino Jiménez Corona, un maestro de dotes excepcionales, quien pronto se percató del sobresaliente talento de su pupilo, por lo que lo recomendó en 1887 al entonces Gobernador de Jalisco, Gral. Ramón Corona, para que pasara a la capital del estado a estudiar una carrera científica, a lo que el padre del niño se opuso por la corta edad de su hijo de once años.
A sus dieciséis años, en 1892, y con la anuencia de sus padres, ingresó al Seminario Auxiliar de Zapotlán el Grande (Ciudad Guzmán); fue admitido en el segundo año por sus conocimientos de latín. Al año siguiente, era ya el encargado del observatorio del mismo Seminario, institución que contaba con los adelantos tecnológicos del momento gracias a sus aparatos de fabricación francesa donados por acaudaldos vecinos del lugar. Una vez que dicho observatorio se enlazó por telégrafo tanto con el observatorio de la Ciudad de México como con el resto de los observatorios del país, se comenzó un importantísimo intercambio información científica, lo que mantuvo a la vanguardia a dicho centro de investigación.
El 9 de Septiembre de 1900, a sus veintitrés años, recibió la ordenación sacerdotal. Hoy se recuerda su paso por el Seminario Auxiliar de Zapotlán el Grande ya que dejó muestras de su talento en diversos actos públicos, celebrados ante dignatarios tanto eclesiásticos como civiles de aquella época.
Más adelante se trasladó a Guadalajara, donde además de ejercer en el Ministerio Sacerdotal, fue el encargado del Observatorio del Seminario Conciliar Tridentino del Señor San José de dicha capital; labor que se interrumpió en 1913 por el arribo a Guadalajara de las fuerzas carrancistas (institución clausurada por el mismo líder revolucionario Venustiano Carranza).
Hacia 1903 ingresó a la Sociedad Astronómica de México. Junto con su colega, el Pbro. José María Arreola Mendoza (tío del distinguido hombre de letras Juan José Arreola), desarrolló una serie de experimentos en relación a una partícula de radio (número atómico 88), mismos que fueron reportados en el «Boletín Eclesiástico y Científico del Arzobispado de Guadalajara» (1904), previa conferencia ofrecida el 4 de Abril de 1904 en la Escuela Libre de Ingenieros de dicha capital:
«No me separaré de este honroso lugar, sin daros cuenta de nuestras primeras experiencias con este maravilloso metal, experiencias que si bien es cierto no merecen el título de serias, tienen no obstante un carácter que hará por lo menos las oigáis con benevolencia: son las primeras que de su género se verifican en esta culta ciudad...»
En 1906 participó como uno de los delegados por México en el X Congreso Internacional de Geología (celebrado en la Ciudad de México), evento donde presentó sus «Efemérides del Volcán de Colima», trabajo elogiado especialmente por la delegación cubana.
Otras de sus publicaciones son: «Cosmografía de la Luna», «Tratado de Álgebra y Complementos de Aritmética» (obra destinada a la enseñanza en instituciones de educación media superior), «La Geografía de Chapala» y «Las Fumarolas
en San Juan Cosalá».
Aunque la mayor parte de su trabajo científico fue sobre meteorología (desarrolló un modelo para explicar las lluvias en Guadalajara basado en las temperaturas del mes previo en el Norte de Estados Unidos), también hizo contribuciones a la astronomía; fue nombrado en 1907 miembro honorario del Instituto Solar de Montevideo (Uruguay), y su monografía «El Centro del Universo» (Imp. de J. M. Iguíniz, Guadalajara, 1910) –según relata el erudito José Ignacio Dávila Garibi– fue elogiada por los jesuitas del Observatorio Astronómico de Stonyhurst en Inglaterra.
El prestigio del joven meteorólogo le permitió hacerse cargo del Observatorio de la Escuela Libre de Ingenieros hasta 1921, año en que pasó a ser Director del Observatorio Meteorológico de Jalisco (institución que que desde 1925 pasó a la Universidad de Guadalajara). A partir de 1947, este centro científico cambió su nombre por el de Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara (cuyo edificio se halla en Av. Vallarta #2602, esq. con Emilio Castelar, Col. Arcos Vallarta, C.P. 44130), institución de la que fue su hasta su muerte.
Fue Presidente de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, desde 1923 hasta su fallecimiento.
Al mediodía del 14 de Septiembre de 1956, a los ochenta años de edad, murió víctima de una trombosis en su casa de la calle Garibaldi #440 (Col. Centro, Guadalajara, C.P. 44100). Actualmente en dicha finca se conserva una placa en su memoria.
Fue además, un ferviente defensor del Lago de Chapala (el más grande de la República Mexicana), lo anterior, debido al Decreto de 1953, que planteaba la desecación del mismo vaso lacustre.
Considerado como el más avanzado de los meteorólogos del país en su tiempo, tuvo el reconocimiento de la comunidad científica internacional por sus trabajos, aportaciones y publicaciones. Un prestigio que desde entonces llena de orgullo a México y a Jalisco.
En 1982, el Municipio de Guadalajara inauguró el Planetario Severo Díaz Galindo en memoria del afamado científico jalisciense y en beneficio de los habitantes de la Perla de Occidente.
En 1993, el Congreso del Estado de Jalisco, mediante el Decreto 15608, nombró al Pbro. Severo Díaz Galindo como Hombre Ilustre de Jalisco y aprobó que sus restos mortales fueran trasladados a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres en Guadalajara, lugar donde descansan desde el 11 de Septiembre de 1994.
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