19/2/16

Dionisio RODRÍGUEZ

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DIONISIO RODRÍGUEZ DEL CASTILLO
(18101877)


Hijo de José Mariano Rodríguez Contreras y de Antonia del Castillo Ulloa.

Nació en Guadalajara el 3 de Abril de 1810. Estudió en el Seminario Conciliar de Guadalajara, fue su maestro el distinguido Presbítero Arcadio Cairo, siendo entonces rector el Dr. José Miguel Gordoa y Barrios (1777-1832), futuro Obispo de Guadalajara; una vez graduado del seminario, siguió la carrera de Leyes, haciendo sus prácticas con el Licenciado Apolonio Arroyo, recibiéndose como Abogado el 28 de Junio de 1835 por la Universidad de Guadalajara.

Fue Secretario del Ayuntamiento tapatío, y más tarde Secretario de la Junta Departamental Jalisciense, demostrando en ambos puestos una actitud muy especial y honradez acrisolada. 

Al morir su padre, el 22 de Abril de 1835, le dejó como herencia una imprenta la cual conservó hasta su muerte, habiéndola colocado como una de las mejores de la República. Empleó este medio de difusión para llevar la instrucción pública a toda la población. No hubo empresa humanitaria ni proyecto útil a la sociedad que no contara con sus servicios, siendo siempre entre sus primeros y más entusiastas colaboradores. Durante este casi medio siglo, imprimió alrededor de 600 títulos, entre hojas sueltas, folletos y libros. 

Sus servicios personales y sus recursos pecuniarios, junto con su vida misma, estuvieron consagrados a la sociedad en que vivía. Nunca casó, y su familia la constituían los pobres y los desheredados.

Fue diputado al Congreso del Estado en 1846 y, más adelante hizo un viaje por las principales ciudades de los Estados Unidos de América y de Europa, con objeto de estudiar los sistemas educativos aplicados en los asilos y penitenciarías de las diversas ciudades que visitó.

La creación de la Escuela de Artes y Oficios de Guadalajara fue iniciada por él.

A su regreso a Guadalajara, visitaba con frecuencia las cárceles del estado, reuniendo en su rededor a los presos, a quienes adoctrinaba y consolaba con un lenguaje sencillo y lleno de bonhomía.

Durante el sitio de Guadalajara en 1860 prestó auxilio humanitario a los habitantes de la ciudad para que aliviar sus numerosas necesidades.

La fundación del llamado «Calendario de Rodríguez» en 1868 es una de las mejores contribuciones al perfeccionamiento de los conocimientos decimonónicos jaliscienses. Obra que siguió el modelo del «Calendario de Galván», que entonces se editaba en la Ciudad de México. Mientras que él vivió, lo regalaba a sus amigos y clientes, pero nunca dejó de publicarse porque llegó a convertirse en texto indispensable por su información completa sobre el comportamiento del tiempo, los días festivos y asuntos de interés general.

Procuró siempre conjuntar los ideales de progreso y bondad entre las diferencias entre el gobierno civil y el estado eclesiástico cuando hubo dificultades, intermediando entre las partes en busca de soluciones pacíficas.

En 1870 tomó parte activa en la reforma de la Penitenciaría del Estado de Jalisco, creando un reglamento para su gobierno interior; fue gracias a sus conocimientos adquiridos en su viaje al extranjero y a su cooperación, que se llevó a cabo la erección de la misma, siendo una institución modelo en su época.

Se consagró igualmente a la reedificación de los hospitales de Guadalajara (deteriorados por las numerosas guerras civiles), dirigiendo él mismo las obras. Promovió el establecimiento de las Hermanas de la Caridad en Guadalajara para que se encargaran de las diversas obras de beneficencia.

Falleció en su ciudad natal el 1° de Mayo de 1877. Sus honras fúnebres no se hicieron esperar y, a su sepelio acudieron más de 15,000 personas (en una ciudad que entonces contaba tan sólo con 80,000 habitantes).

El Congreso del Estado de Jalisco le declaró por unánime votación como Benemérito del Estado en su Sesión Solemne celebrada al día siguiente de su muerte, esto es, el 2 de Mayo de 1877; iniciativa que aprobó y decretó, en esa misma fecha, el entonces Gobernador, Lic. Jesús Leandro Camarena (1832–1889).

Sus restos mortales descansan desde entonces en el Panteón de Belén; su lápida sepulcral lleva un elocuente epitafio latino obra del erudito Lic. Agustín Fernández Villa (1828–1893).

Uno de los póstumos homenajes fue la publicación, en su propia imprenta, de una obra de setenta páginas titulada: «Al Sr. Lic. D. Dionisio Rodríguez, Corona Fúnebre a su preclara memoria», obra en la que aparecen semblanzas de los principales jurisconsultos de la época, como: Rafael Arroyo de Anda, Jesús López-Portillo, Trinidad Verea, José López-Portillo y Rojas, y Pablo Ochoa.

Entre los impresos más significativos salidos de la célebre Tipografía de D. Rodríguez, se destacan dos: el «Reglamento para las escuelas municipales de esta capital y pueblos suburbios» (Guadalajara: Imp. de Dionisio Rodríguez, 1835), y la «Biografía del Illmo. Sr. Don Fray Antonio Alcalde» (Guadalajara: Tip. de D. Rodríguez, 1875).

«El impresor tapatío más sobresaliente del Siglo XIX.» 

Jaime Olveda Legaspi, 2010.



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